miércoles, 8 de julio de 2015

Informe de la Directiva a la Comunidad de la Fundación.



TENEMOS EL AGRADO DE COMUNICAR, QUE EL REDITO SOCIAL DEL PROYECTO: ESTABLECIMIENTO DE UN SISTEMA INTEGRAL PARA LA PRODUCCIÓN DE SEMILLAS, PLÁNTULAS Y HARINA DE MORINGA, COMO SUSTITUTO DE LA SOYA IMPORTADA, EN LA FABRICACIÓN DE ALIMENTOS BALANCEADOS DE USO ANIMAL.  QUE LLEVA LA FUNDACION CON FINANCIAMIENTO DE UNA ENTIDAD DEL ESTADO, EN LA PARROQUIA CATEDRAL DEL MUNICIPIO IRIBARREN, FUE ADJUDICADO AL CONSEJO COMUNAL: “Lomas del Norte” TODO ELLO POR DECISION DE LA FAMILIA BENEFICIARIA DIRECTA, COMUNICADO EN FECHA: 10/06/2015 Y CON EL BENEPLACITO DE LA JUNTA DIRECTIVA EN SU TOTALIDAD.

miércoles, 27 de mayo de 2015

Utilidades de las técnicas moleculares en la avicultura comercia

SALUD ANIMAL 


avicultura
Inicialmente, el diagnóstico de las enfermedades infecciosas que afectan a la industria avícola incluyó el aislamiento (ya sea en cultivo celular, huevos embrionados o en aves) y la identificación de lesiones macro y microscópicas. Posteriormente, las técnicas basadas en la detección de parte del agente infeccioso o de las defensas generadas tras su infección fueron incorporadas con gran éxito al diagnóstico laboratorial.
Inicialmente, el diagnóstico de las enfermedades infecciosas que afectan a la industria avícola incluyó el aislamiento (ya sea en cultivo celular, huevos embrionados o en aves) y la identificación de lesiones macro y microscópicas. Posteriormente, las técnicas basadas en la detección de parte del agente infeccioso (antígenos) o de las defensas generadas tras su infección (anticuerpos) fueron incorporadas con gran éxito al diagnóstico laboratorial.
Desde entonces, las pruebas de ELISA vienen siendo utilizadas para detectar infección o para evaluar la respuesta humoral después de una inmunización. Estas técnicas tradicionales siguen siendo usadas y continuarán siendo utilizadas por mucho tiempo más, pero debe entenderse que son limitadas y muchas veces no pueden generar toda la información requerida.
Los microorganismos son seres en continuo proceso de adaptación y evolución, y al igual que las demás especies buscan subsistir y escapar de la presión inmunológica generada por las vacunas. Todo ello ha llevado a una ¨evolución¨ y búsqueda de nuevas técnicas laboratoriales que puedan ofrecer la información requerida.

Foto 1: Técnica de PCR-RFLP mostrando diferencias entre los patrones moleculares de cepas de campo y vacunlae del virus de la laringotraqueítis infecciosa.
Las técnicas moleculares usadas para el diagnóstico de patologías y enfermedades de seres humanos y animales fueron diseñadas gracias a los actuales conocimientos generados por la biología molecular en las últimas décadas. La biología molecular viene permitiendo un mejor entendimiento sobre la estructura y comportamiento de los microorganismos, la respuesta de los hospederos tras una infección y el resultado de la interacción agente-hospedero-medio ambiente.
Desde hace unas décadas, las técnicas moleculares, entre las que podemos citar: la reacción en cadena de la polimerasa (PCR) método convencional y en tiempo real, el análisis de la longitud de los fragmentos de restricción (RFLP) y la secuenciación de DNA, vienen siendo utilizadas en estudios epidemiológicos y en algunos países ya fueron incorporadas al diagnóstico de enfermedades.
Si bien es cierto que estas técnicas poseen un mayor poder discriminatorio, ellas requieren de personal capacitado para su estandarización, validación y sobretodo para la interpretación de los resultados. La aplicación de las técnicas genéticas en medicina son múltiples, ellas pueden utilizarse para la generación de nuevos conocimientos relacionados a etiología, patogenia, inmunidad y epidemiología.

Foto 2: Secuencia de nucleotidos del virus de la bronquitis infecciosa despues de la secuenciacion del gen S.
Un ejemplo resaltante es la utilidad de estas técnicas en el estudio de enfermedades pandémicas, como el caso del virus de la gripe zoonótica. Sin duda, el rol de estas técnicas es fundamental para confeccionar modelos de distribución y diseminación viral.
En esta oportunidad revisaremos únicamente la utilidad de las técnicas genéticas para el estudio y diagnóstico de enfermedades que lleven a la implementación de medidas de control en la industria avícola.
El diagnóstico molecular se basa en la detección de secuencias de DNA de los microorganismos. Cada microorganismo contiene fragmentos específicos y diferenciables de otras especies, incluso entre serotipos y genotipos. Estos fragmentos de DNA se denominan "marcadores moleculares". Estos marcadores son bien conocidos para algunos agentes, pero en otros casos la información es escasa.
Por ejemplo, los virus que contienen su información genética en una secuencia de RNA suelen mostrar mayores diferencias entre las diferentes cepas, ya que ellas son más propensas a sufrir procesos de mutación y recombinación.
El aumento de la información genética de los diferentes agentes llevará sin duda a cambios en la nomenclatura y en la reorganización taxonómica de ellos. Podemos citar como ejemplos, la nueva clasificación de los Adenovirus de las aves, Avibacterium paragallinarum (antes denominado Haemophilus paragallinarum) y Metapneumovirus aviar (también conocido como TRT).
Podríamos mencionar algunos ejemplos en los cuales las técnicas moleculares vienen ayudando a resolver múltiples problemas en el campo.
Desde hace algunas décadas la PCR-RFLP viene siendo usada para conocer si un caso de laringotraqueítis infecciosa es originado por una cepa virulenta de campo o por una cepa vacunal atenuada. A través de la secuenciación de DNA podemos saber; sin la necesidad de pruebas In vivo, si una cepa de Influenza aviar es de alta o baja patogenicidad.
A través de la secuenciación y análisis filogenético del gen S del virus de la bronquitis infecciosa, podemos escoger la cepa vacunal que mejor protección brindará a nuestras aves en el campo.

Foto 3: Arbol filogenético mostrando cepas de diferentes subtipos de metapneumovirus (TRT)
Para esta enfermedad, recientemente ha sido reportado por varios autores, que la secuenciación de DNA es mejor indicador de protección que la neutralización viral.
Similar al caso de bronquitis infecciosa, la secuenciación de DNA también puede ayudarnos a conocer la cepa de campo de desafío del virus de la enfermedad de Gumboro, y tras ello podremos establecer el mejor programa vacunal.
La secuenciación de DNA puede decirnos si tenemos en nuestras granjas una cepa de desafío clásica, virulenta, muy virulenta o variante. De otro lado, se tiene que resaltar que la técnica de PCR asociada a la secuenciación de DNA, es la metodología predilecta para la detección de nuevos genotipos o incluso serotipos de algún patógeno.
En el caso de adenovirus, la PCR asociada a la secuenciación de DNA puede indicarnos el serotipo del virus, ya que son conocidos los marcadores moleculares asociados a serotipo.
El PCR sumado a la secuenciación de DNA permite conocer el subtipo de Metapneumovirus aviar que está circulando en nuestras granjas o región.
Debemos recordar que la protección cruzada entre subtipos A o B y el subtipo C es baja.
Por lo tanto, si usamos una vacuna del subtipo A o B, y tenemos un virus de desafío C, la protección ofrecida a las aves será muy limitada. La PCR y la secuenciación de DNA también pueden utilizarse para discriminar entre cepas vacunales y cepas de campo de Micoplasma gallisepticum.
Las técnicas moleculares pueden ser incorporadas a estudios de monitoreamiento y vigilancia epidemiológica de muchos agentes infecciosos. En el caso de Salmonella, podemos tener resultados en menos de 48 horas. Adicionalmente, estas técnicas pueden ser estandarizadas basadas en la detección de marcadores de patógenicidad, lo cual permitiría saber si las muestras de Salmonella detectadas son patogénicas o no.
La técnica de PCR en tiempo real es más reciente, y por ello menos accesible por su costo.
Además de su uso como técnica de diagnóstico, ella puede ser usada para medir la carga viral/ bacteriana después de una infección vacunal o de desafío. En un futuro no muy lejano ella debe ser usada para la titulación de vacunas, como ya viene siendo usada en el caso de la enfermedad de Marek.
Rutinariamente, la respuesta inmune es evaluada por la detección y titulación de anticuerpos generados por el agente inmunogénico (respuesta inmune humoral). Entonces la pregunta lógica sería: ¿Cómo medir la respuesta vacunal contra un agente que estimula básicamente la respuesta inmune celular? En algunos laboratorios de investigación, ya se viene utilizando la técnica de PCR en tiempo real para la cuantificación de las células y marcadores generados por una respuesta inmune de tipo celular (interleucinas, citoquinas, etc). Probablemente, esta metodología será incorporada en los próximos años al servicio de la veterinaria y de la avicultura comercial.
Quizás la trascendencia de las técnicas moleculares es más evidente en el caso de las enfermedades de los pavos. Utilizando las técnicas tradicionales, difícilmente podemos diagnosticar enfermedades causadas por agentes recientemente conocidos (enfermedades emergentes y/o exóticas).
Por ejemplo, el coronavirus, adenovirus y astrovirus de los pavos pueden ser solamente detectados con eficacia por las técnicas moleculares. Claro está que la patogenicidad de estos agentes no es bien clara.
Las técnicas de diagnóstico molecular usadas en muchos países han incorporado la metodología utilizada en investigaciones forenses. Al igual que en criminalística, ellas pueden ser usadas para llegar a detectar el causante de un brote, de esta manera podremos descubrir si algún problema en campo es generado por una cepa vacunal o una cepa de campo. Incluso, podemos detectar contaminaciones y conocer el origen de alguna cepa vacunal.
A través de estudios epidemiológicos, podemos conocer la procedencia geográfica de algún nuevo patógeno o su diseminación a otras regiones. Seguramente en los próximos años, los laboratorios biológicos pondrán a disposición la secuencia de DNA de cada producto, evitando con ello algún uso indebido. Es importante conocer las bondades de las técnicas moleculares, pero también debemos ser conscientes que es necesario un profesional entrenado y capacitado para utilizar estas metodologías y para la interpretación de los resultados.
Por ejemplo, se debe tener especial cuidado cuando se sospecha de coinfecciones. Muchas veces se pueden tener dos o más microorganismos colonizando las aves y solamente uno de ellos puede ser patogénico.
En este caso, la detección del agente no patogénico nos puede llevar a fracasos en las medidas terapéuticas y/o de control. En este tipo de situaciones, una técnica tradicional puede ayudarnos a clarificar la situación. La inversión y capacitación requerida para implementar estas técnicas llevó a que estos servicios estén disponibles en pocos países (principalmente EEUU y Europa). De otro lado, las lógicas restricciones para el transporte de material biológico hacia estos países por cuestiones de seguridad hicieron imposible el envío de muestras para estudios de caracterización.
Foto 4: Carga viral de aves desafiadas con el virus de Gumboro medida por la técnica de PCR en tinepo real.
Felizmente ya están disponibles comercialmente, unas tarjetas (llamadas FTA cards), las cuales permiten la remisión de material genético sin la necesidad del envío de material biológico. Dependiendo del país de destino, el envío por medio de estas tarjetas FTA es accesible y seguro.
Estas tarjetas contienen sustancias que inactivan VECTORMUNE FP - LT el virus o la bacteria, pero mantienen intáctil su material genético; y gracias a ello, es posible realizar análisis con ellas.
Las técnicas moleculares no sustituirán las técnicas tradicionales como el aislamiento, serología o la histopatología, pero si pueden ser más prácticas y eficientes, dependiendo del uso que se les pueda dar. Los profesionales de la industria avícola necesitan entender y utilizar la información proporcionada por estas técnicas, y los centros de investigación y laboratorios de diagnóstico están en la obligación de atender a esta demanda.
Finalmente, antes de pensar en cuánto puede costarnos el uso de una técnica molecular, deberíamos pensar en cuánto podríamos ahorrar, o quizás, cuánto podríamos dejar de perder después de hacer uso de ellas.
MV. MSc. PhD. Jorge Luis Chacón
Virología - Investigación y Desarrollo
Ceva Phylaxia (Hungría)
Actualidad Avipecuaria

La clonación de plantas: una antigua técnica.




La reproducción en la plantas
El mejoramiento de los cultivos por la mano del hombre no es una práctica nueva. De hecho, desde los comienzos de la agricultura el hombre aprendió que podía obtener nuevas plantas con características que les resultaban más útiles y beneficiosas.
Se estima que la agricultura tuvo sus comienzos hace unos 12.000 años, cuando los antepasados del ser humano comenzaron a domesticar las especies vegetales y se convirtieron de recolectores nómades a campesinos sedentarios.
La actividad agrícola continuó su desarrollo a medida que el hombre comenzó a mejorar las características de las plantas para su beneficio, y las adaptó a las condiciones climáticas y a las características del suelo. Así aprendió que podía obtener plantas mejoradas a partir del cruzamiento de dos tipos de progenitores con buenas características, o a partir de segmentos de una única planta.
La formación de nuevas plantas a partir de dos progenitores constituye el proceso de reproducción sexual. Cada progenitor aporta sus gametas (células sexuales) que se unen y forman la cigota, la primera célula del nuevo individuo que contará con una combinación de material genético de ambos progenitores. De este modo, los descendientes pueden heredar una combinación de rasgos que le ofrecen ciertas ventajas adaptativas en diferentes condiciones ambientales.
A diferencia de la reproducción sexual, que aporta gran diversidad a la descendencia, la reproducción asexual se caracteriza por la presencia de un único progenitor que se divide, y da origen a individuos genéticamente idénticos al progenitor y entre sí. Este tipo de reproducción se utiliza para obtener plantas que son copias (clones) de la planta original seleccionada por sus buenas características agronómicas.

La reproducción asexual o clonación en las plantas
La clonación de plantas existe hace miles de años. Los agricultores y floricultores la practican desde hace muchos años para la producción de plantas or¬namentales y alimenticias que son copias del progenitor. En la actualidad una gran cantidad de plantas de valor comercial, como las bananas, uvas y naranjas sin semilla, entre muchas otras, han perdido la capacidad de producir semillas y deben ser propagadas por procesos de reproducción asexual.

El siguiente esquema resume las variadas formas que puede utilizar el hombre para reproducir asexualmente una planta y obtener copias idénticas o clones:



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La multiplicación vegetativa

La multiplicación o propagación vegetativa es posible ya que cada una de las células de un vegetal, posee la capacidad de multiplicarse, diferenciarse y generar un nuevo individuo idéntico al original. A esta característica se la denomina totipotencialidad.
Por ejemplo, la multiplicación se produce a partir de las partes vegetativas de la planta, como las yemas, hojas, raíces o tallos que conservan la potencialidad de multiplicarse para generar nuevos tallos y raíces a partir de un grupo de pocas células.
La multiplicación vegetativa comprende desde procedimientos sencillos, como la propagación por gajos o segmentos de plantas, hasta procedimientos más complejos como es el cultivo de tejidos in vitro:

1) Propagación a partir de esquejes, estolones, rizomas o tubérculos. Estos son diferentes segmentos de las plantas que conservan la potencialidad de enraizar.

Esquejes. Muchos árboles y arbustos cultivados, son reproducidos a partir de esquejes o segmentos de tallos que,  cuando se los coloca en agua o tierra húmeda, desarrollan raíces en sus extremos. Uno de los ejemplos más conocidos es el árbol de sauce que tiene una gran capacidad para formar raíces y crecer. Los esquejes pueden ser también de hoja, como los que se utilizan en la reproducción asexual de la begonia.
Estolones. Muchas plantas, como la fresa y la frutilla, desarrollan tallos delgados, largos y horizontales, llamados estolones. Éstos crecen muchos centímetros a ras de la tierra y producen raíces adventicias que, en cada nudo, dan origen a una nueva planta erguida. También hay distintos tipos de pastos, como el gramón y el trébol blanco que se reproducen de esta forma.
Rizomas. Otras plantas se extienden por medio de tallos denominados rizomas, que crecen bajo la superficie de la tierra. Muchas plantas aromáticas como el jengibre, menta, orégano,  estragón y romero se reproducen a través de rizomas. Algunas malezas como la "pata de tero" y otras consideradas como plagas, son muy difíciles de controlar porque se extienden también por medio de estolones o rizomas.
Tubérculos. Los tubérculos son tallos subterráneos engrosados por acumulación de sustancias alimenticias, y sirven también como medio de reproducción. Ejemplos típicos de tubérculos son las papas y las batatas. Algunas de las variedades de papa que se cultivan casi nunca producen semillas, y deben ser propagadas plantando un trozo de tubérculo que tenga una yema u "ojo" del cual surgirán nuevas raíces y tallos. De esta forma se origina una nueva planta de papa, genéticamente idéntica a la que le dio origen.

2) Propagación por injertos. El injerto es la unión del tallo de una planta, con el tallo o raíz de otra, con el fin de que se establezca continuidad en los flujos de savia bruta y savia elaborada, entre el tallo receptor y el injertado. El tallo injertado forma un tejido de cicatrización junto con el tallo receptor y queda perfectamente unido a él pudiendo reiniciar su crecimiento y producir hojas, ramas y flores. Esta técnica es muy antigua y ya era practicada por los horticultores chinos desde tiempos remotos. Tiene grandes ventajas, sobre todo para el cultivo de árboles frutales, pues permite utilizar como base de injerto plantas ya establecidas que sean resistentes a condiciones desfavorables y enfermedades, utilizándolas como receptoras de injertos de plantas más productivas y con frutos de mejor calidad y mayor producción.
Una de las industrias que recurren con mayor frecuencia a esta técnica es la vitivinicultura o cultivo de la vid para mejorar la producción de viñedos. Con gran frecuencia las plantas productoras de uvas de baja calidad, pero muy resistentes a la sequía y a las enfermedades, son injertadas con segmentos de vides de alta producción y calidad. 





Injerto de cítricos

3) Propagación de tejidos vegetales en cultivo in vitro.
El cultivo de tejidos consiste en aislar una porción de la planta (explanto) y proporcionarle artificialmente las condiciones físicas y químicas apropiadas para que las células expresen su potencial de regenerar una planta nueva. Estas técnicas se realizan en el laboratorio en recipientes de vidrio (in vitro),  
en condiciones de asepsia para mantener los cultivos libres de contaminación microbiana. Las plantas se desarrollan en un medio de cultivo que está compuesto por macronutrientes, micronutrientes, gelificantes y compuestos orgánicos tales como hidratos de carbono, vitaminas, aminoácidos y reguladores del crecimiento. Así, se puede lograr la propagación masiva de plantas genéticamente homogéneas, mejoradas, y libres de microbios. La técnica de cultivo in vitro se encuentra ampliamente desarrollada en el cuaderno N° 35.

La Apomixis
La apomixis es un recurso muy útil para la agricultura, por el cual se obtienen plantas genéticamente iguales a la planta madre a través de la propagación por semilla sin que haya ocurrido fecundación de la gameta femenina. Por lo tanto, las semillas apomípticas contienen embriones cuyo origen es totalmente materno. Actualmente, la propagación por apomixis está tomando más fuerza ya que representa  una forma de clonación de plantas a través de semillas, que brinda la oportunidad a los agricultores de desarrollar nuevos  y únicos cultivares de especies. La propagación de cítricos usando semilla apomíctica es la forma de propagación más utilizada y eficiente. Muchos pastos comerciales también se propagan de esta forma, tales como Paspalum notatum “pasto horqueta”, Pennisetum ciliare “pasto buffel” y  Poa  pratensis L. “blue grass o pasto azul de Kentucky”.
Aunque las causas de la formación  del embrión sin fecundación sean aún difíciles de determinar, la apomixis constituye una forma de reproducción de especies que asegura un mejor control en la producción. Debido a que no hay intercambio de material genético, la apomixis permite la reproducción de especies con características favorables, resaltando su eficiencia y la  producción de semillas de alta calidad. Es decir que esta técnica combina las ventajas de la propagación por semilla (por fecundación) y los métodos de propagación vegetativa.

La clonación de plantas y su uso en la biotecnología moderna
La clonación de plantas, fundamentalmente el cultivo in vitro, constituye un paso fundamental en la obtención y regeneración de plantas genéticamente modificadas, o transgénicas. La obtención de una planta transgénica mediante técnicas de Ingeniería Genética depende de la introducción de ADN foráneo en su genoma que determina la manifestación de un nuevo rasgo de interés. Normalmente se utilizan cultivos de tejidos, seguido de la regeneración de la planta completa y la subsiguiente expresión de los genes introducidos, o transgenes (Ver El Cuaderno N° 18 y Nº 28).
El avance de la Ingeniería Genética vegetal se debió principalmente al desarrollo de dos importantes técnicas durante la década de los 80:


Regeneración de plantas completas y fértiles a partir de cultivos de células o tejidos in vitro.
Introducción de ADN foráneo en la planta, seguido de su inserción en el genoma y su expresión (expresión de la proteína recombinante).

Mediante estas técnicas se han podido regenerar casi todas las plantas de interés agrícola: cereales, leguminosas, hierbas forrajeras, caña de azúcar, papaya, plátano, y de aquí la importancia del cultivo in vitro como paso fundamental para la obtención y regeneración de plantas genéticamente modificadas.

martes, 12 de mayo de 2015

Hongos para crear biofertilizante


Con una producción anual de aproximadamente 800 kilogramos de inoculantes microrrízicos, el Laboratorio de Ecología de Suelos del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas es el único en el país que ha empleado la asociación entre las plantas y ciertos tipos de hongos.

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Se ha comprobado que el producto mejora la productividad en el campo (cortesía IVIC)
EL UNIVERSAL
lunes 2 de junio de 2014  11:48 AM
Con una producción anual de aproximadamente 800 kilogramos de inoculantes micorrízicos, el Laboratorio de Ecología de Suelos del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC) es el único en el país que ha empleado la asociación entre las plantas y ciertos hongos (denominados micorriza) como fertilizante biológico para ser utilizado en la agricultura.

La micorriza ocurre cuando las esporas del hongo micorrízico arbuscular germinan produciendo filamentos (hifas) que entran en contacto con la superficie de la raíz y la penetran. Una vez en el interior de la planta, se generan estructuras del hongo dentro de las células de dicha planta, fundamentalmente vesículas (órganos de reserva del hongo) y arbúsculos (lugares donde se produce el intercambio). En este instante, la planta le transfiere al hongo los carbohidratos procedentes de la fotosíntesis que este requiere para su desarrollo y el hongo le proporciona a la planta nutrientes esenciales, como fósforo y nitrógeno.

Sustituir el empleo de fertilizantes químicos en el cultivo de la tierra por sustitutos orgánicos libres de tóxicos, ha sido una de las estrategias adoptadas en diversos países del mundo para hacer de la agricultura una práctica sostenible. De allí que las micorrizas constituyan una excelente herramienta ecológica para mejorar la productividad de este sector de la economía y, por consiguiente, garantizar la seguridad alimentaria.

Desde hace varios años, el IVIC ha estudiado los efectos benéficos de las micorrizas arbusculares, logrando hasta la fecha la producción de inoculantes de siete especies de hongos micorrízicos arbusculares gracias al financiamiento del Programa BID-Fonacit II.

"La inoculación de estos hongos en las plantas ha reducido a la mitad la dosis de fertilización química requerida para alcanzar los niveles de producción usuales del cultivo de yuca en condiciones de campo", aseguró la investigadora del Laboratorio de Ecología de Suelos del IVIC, Laurie Fajardo.

Retos

En la Facultad de Ciencias de la Universidad Central de Venezuela (UCV) existe otro grupo de trabajo dedicado a estudiar las micorrizas, específicamente los aspectos relacionados con la ecofisiología de esta simbiosis. Sin embargo, el Ivic es pionero en Venezuela en la producción de inoculantes, preció Fajardo.

Por su parte, la profesional asociada a la investigación del Laboratorio de Ecología de Suelos del Ivic, Milagros Lovera, informó que gracias al apoyo recibido por las autoridades del instituto fue posible crear una unidad especializada en el desarrollo de inoculantes micorrízicos.

"Es un reconocimiento al esfuerzo que a lo largo de todos estos años ha hecho nuestro laboratorio para generar inoculantes que puedan ser usados como biofertilizantes. La creación de esta unidad de servicio permitirá ampliar la colección de cepas autóctonas de hongos micorrízicos a partir de las cuales se producen los inoculantes, así como transferir la tecnología desarrollada para su producción a instituciones agrícolas interesadas en producirlos a una mayor escala" afirmó Lovera.

Adicionalmente, informó que en la actualidad el Ivic cuenta con un herbario, inscrito en el Registro Nacional de Colecciones Biológicas del Ministerio del Poder Popular para el Ambiente, conformado por 2.400 láminas de referencia con información acerca de las distintas especies de hongos micorrízicos arbusculares halladas en diversas regiones del país.

1. Cuidar el suelo. La ecuación alimentos/clima tiene su raíz en la tierra. La expansión de prácticas agrícolas insustentables condujo durante todo el siglo pasado a destruir entre 30 y 75% de la materia orgánica en las tierras arables, y 50% de la materia orgánica en los pastizales y las praderas. Estas pérdidas masivas de materia orgánica son responsables de entre 25 y 40% del exceso actual de CO2 en la atmósfera. No obstante, este CO2 en la atmósfera podemos devolverlo al suelo si restauramos las prácticas que las comunidades campesinas mantuvieron por muchas generaciones. Si a nivel mundial existieran las políticas correctas y los incentivos apropiados, se podrían recuperar los niveles de materia orgánica que existían en el suelo antes del advenimiento de la agricultura industrial (en unos 50 años, que más o menos corresponden al lapso de tiempo de su destrucción). Esto compensaría un 24-30% de todas emisiones actuales de GEI.
2. Cultivo natural, SIN químicos. El uso de químicos en las granjas industriales crece todo el tiempo, y los suelos se extenúan y las plagas y las yerbas se vuelven inmunes a los insecticidas y los herbicidas. No obstante, el campesinado en todo el mundo mantiene sus saberes y una diversidad de cultivos y animales para trabajar, productivamente, sin utilizar químicos. Diversifican sus sistemas con policultivos, integran la producción agrícola y animal, e incorporan árboles y vegetación silvestre. Estas prácticas aumentan el potencial productivo de la tierra porque mejoran la fertilidad de los suelos y evitan la erosión. Cada año aumenta la materia orgánica acumulada en el suelo, lo que hace posible producir más y más comida.
3. Reducir el kilometraje y enfocarnos en alimentos frescos. La lógica corporativa que transporta alimentos por todo el mundo y de regreso, no tiene ningún sentido desde ninguna perspectiva. Este comerciar global que va del desmonte de vastos corredores de tierra y bosque para producir materias primas agrícolas de exportación a la venta de alimentos congelados en los supermercados, es el principal responsable de las emisiones de GEI procedentes del sistema alimentario. Este sistema podría reducir sus emisiones de GEI si la producción alimentaria se reorientara hacia mercados locales y alimentos frescos alejándose de la carne barata y la comida procesada. Lograrlo es, quizá, la lucha más dura de todas, porque las corporaciones y los gobiernos están muy implicados en expandir el comercio de alimentos y bebidas.
4. Restituirle la tierra a los campesinos y frenar las mega-granjas. En los últimos cincuenta años, unos 140 millones de hectáreas —algo semejante a casi toda la tierra agrícola en India— fue acaparada por cuatro cultivos que sobre todo crecen en enormes plantaciones: soya, palma aceitera, canola y caña de azúcar. El área global donde se siembran estos cultivos (y otros como el maíz para fines industriales), que son todos notables emisores de gases con efecto de invernadero, crecerá si no cambiamos las políticas relacionadas. Hoy, los campesinos y pequeños productores se hayan apretujados en menos de una cuarta parte de toda la tierra agrícola, y no obstante continúan produciendo la mayor parte de los alimentos del mundo: 80% de la comida en los países no industrializados según dice la FAO. Los campesinos producen estos alimentos con mucho mayor eficiencia que las grandes plantaciones, y de modos mucho mejores para el planeta. La redistribución mundial de las tierras en beneficio de los pequeños agricultores puede reducir las emisiones de GEI a la mitad, en unas cuántas décadas, si se combina con políticas que les ayuden a reconstituir la fertilidad del suelo, y con políticas que fomenten el comercio local.
5. No más falsas soluciones, vayamos a lo que sí funciona. Cada vez se reconoce más que los alimentos son centrales para el cambio climático. Los informes recientes del IPCC y las cumbres internacionales admiten que los alimentos y la agricultura son agentes importantes de emisiones de GEI y que el cambio climático implica tremendos retos para nuestra capacidad de alimentar a una población global creciente. No obstante, hay una nula voluntad política de desafiar el modelo dominante de producción y distribución industrial de los alimentos: los gobiernos y las corporaciones nos siguen proponiendo falsas soluciones. El cascarón vacío de la agricultura climáticamente inteligente no hace sino renombrar la Revolución Verde. Hay nuevas y riesgosas tecnologías como los cultivos con modificación genética para resistir la sequía o los proyectos de gran escala de la geoingeniería. Hay mandatos para producir agrocombustibles, lo que impulsa acaparamientos de tierra en el Sur. Están los mercados de carbono y los proyectos de REDD+, cuya esencia es permitir que los peores transgresores y contaminadores con GEI eviten la reducción de sus emisiones convirtiendo los bosques y tierras agrícolas de los campesinos y pueblos indígenas en parques de conservación y plantaciones. Ninguna de estas “soluciones” puede funcionar porque todas trabajan contra la única solución efectiva: hacer un viraje —del sistema agroalimentario industrial gobernado por las corporaciones, a los sistemas alimentarios locales que están en manos de las comunidades campesinas

La criminalización de las semillas campesinas – resistencias y luchas

 

La Via Campesina

Foto: Tineke d'Haese/OxfamFoto: Tineke d'Haese/Oxfam









Introducción
Las semillas constituyen uno de los pilares irremplazables de la producción de alimentos. Las/os agricultoras/es de todo el mundo son muy conscientes de ello desde hace siglos. Se trata de un acuerdo universal y básico que todas/os las/os agricultoras/es comparten. Salvo en aquellos casos en los que han sufrido agresiones externas o circunstancias extremas, prácticamente todas las comunidades agrícolas saben guardar, conservar y compartir las semillas. Millones de familias y de comunidades agrícolas han trabajado para crear cientos de cultivos y miles de variedades de cultivos. El intercambio habitual de semillas entre las comunidades y los pueblos ha permitido que los cultivos se adapten a diferentes condiciones, climas y topografías. Esto es lo que ha permitido que la agricultura se extienda, crezca y alimente al mundo con una dieta variada.
Sin embargo, las semillas también han sido la base de procesos productivos, sociales y culturales que han dotado a las poblaciones rurales de una habilidad obstinada para mantener cierto grado de autonomía y negarse a ser completamente controladas por las grandes empresas y el gran capital. Desde el punto de vista de los intereses de las empresas que se esfuerzan por tomar el control de la tierra, de la agricultura, de la alimentación y el gran mercado que representan, esta independencia supone un obstáculo.
Desde la Revolución verde, las empresas han desplegado una serie de estrategias para lograr este control: la investigación agrícola y los programas de expansión, el desarrollo de cadenas mundiales de materias primas y la ampliación masiva tanto de la agricultura de exportación como del agronegocio. La mayoría de las/os agricultoras/es y pueblos indígenas han resistido a esta apropiación y continúan haciéndolo de maneras diferentes.


El sector empresarial intenta actualmente erradicar esta rebelión a través de una ofensiva legal de escala mundial. Desde la creación de la Organización Mundial del Comercio, y prácticamente sin excepción, todos los países del mundo han aprobado leyes que permiten a las empresas ser propietarias de diferentes formas de vida: ya sea a través de patentes o de los llamados derechos de obtentor o leyes de protección de obtenciones vegetales, ya es posible privatizar microorganismos, genes, células, plantas semillas y animales. En todo el mundo ha habido movimientos sociales, especialmente organizaciones agrícolas y campesinas, que han resistido y se han movilizado para evitar que estas leyes fueran aprobadas. La resistencia continúa en muchas partes del mundo e incluso cuenta ya con algunas victorias. Para reforzar este movimiento, es muy importante que el mayor número posible de personas, especialmente en los pueblos y las comunidades rurales más afectadas, comprendan estas leyes además de su incidencia y objetivos y la capacidad que tienen los movimientos sociales de reemplazarlas por leyes que protejan los derechos campesinos.
Las leyes sobre semillas que promueve la industria se caracterizan actualmente de la siguiente manera:
a) Evolucionan constantemente y son cada vez más agresivas. A través de nuevas olas de presión política y económica (especialmente a través de los llamados tratados de libre comercio, los tratados de inversión bilaterales y las iniciativas de integración regional) todas las formas «suaves» de los derechos de propriedad sobre las semillas han sido endurecidas y continúan siendo cada vez más restrictivas y a un ritmo cada vez mayor. Las leyes sobre semillas y la protección de obtenciones vegetales son revisadas continuamente para ser adaptadas a las nuevas exigencias de la industria semillera y la biotecnología.
b) Las leyes que ceden derechos de propriedad sobre las semillas se han visto reforzadas por otras normativas que se supone deben garantizar la calidad de las semillas y la transparencia del mercado además de evitar falsificaciones, entre otras. Estas otras normativas incluyen la certificación de semillas, la comercialización y las normas sanitarias. Con ellas, empieza a ser obligatorio que, por ejemplo, las/os agricultoras/es adquieran o utilicen únicamente semillas comerciales adaptadas a la agricultura industrial, o que suponga un delito entregarle semillas a tu hija/o o intercambiarlas con un/a vecino/a. El resultado es que las ferias e intercambios de semillas (que son una creciente forma de resistir a estas leyes) comienzan a ser ilegales cada vez en más países.
c) Al reforzar la privatización, estas leyes ignoran los principios básicos de justicia y libertad y violan de manera directa la Declaración Universal de Derechos Humanos. Las leyes sobre semillas han impuesto como norma asumir la culpabilidad de cualquier persona que sea acusada de no respetar los derechos de propriedad sobre las semillas, tirando por la borda el principio de que las personas son inocentes hasta que se demuestre lo contrario. En algunos casos, se pueden tomar medidas contra el/la infractor/a acusado/a sin que se le comuniquen los cargos. Estas leyes sobre semillas están logrando que incluso sea obligatorio denunciar a las/os presuntas/os cómplices, legalizando por tanto los registros y la incautación de semillas ante una mera sospecha (incluso sin que sea necesaria una orden judicial) y permitiendo que sean agencias privadas quienes lleven a cabo estos controles.
d) Estas normativas son redactadas de manera imprecisa y con un lenguaje incomprensible y contradictorio, dejando demasiado margen para su interpretación. En la mayoría de los casos, las leyes pasan por las cámaras legislativas en secreto o a través de acuerdos internacionales que no se pueden debatir a escala nacional ni local.
La experiencia demuestra que cuando la falta de información y el secretismo para impulsar dichas leyes es contrarrestada por las campañas de información y la movilización de organizaciones sociales, la gente no quiere estas leyes. La mayoría de las personas rechazan la idea de que una empresa pueda apropiarse de una variedad vegetal y prohibir a las/os agricultoras/es que reproduzcan sus propias semillas. Se trata de algo completamente absurdo. La gente por lo general tampoco suele estar de acuerdo con que el trabajo que hacen las/os agricultoras/es para alimentar el mundo deba, de pronto, pasar a constituir un delito. Cuando la resistencia ha sido lo suficientemente fuerte, se ha logrado parar el expolio jurídico que estas leyes pretenden conseguir.
La experiencia demuestra así mismo que quienes pretenden privatizar, monopolizar y controlar las semillas en nombre de las grandes empresas multinacionales no tienen límites. No existe la posibilidad de negociar, hacer concesiones o alcanzar acuerdos mutuos de manera que puedan coexistir de manera pacífica los diferentes intereses. La agenda de las empresas consiste en que resulte imposible para las/os agricultoras/es tener semillas y por tanto que sean dependientes de las semillas que han comprado.
De igual forma, la experiencia nos muestra que es posible resistir y desmantelar estos ataques. Sin embargo, esto requiere de herramientas de información y socialización que permitan disipar el humo de falsas promesas y palabras bonitas, con el fin de que la gente realmente vea lo que se esconde tras las leyes sobre semillas. Este cuaderno quiere ayudar a que este trabajo sea posible.
1. Las leyes sobre semillas ilegalizan a las/os agricultoras/es
El desplazamiento de las semillas campesinas constituye un proceso que ha ido ganando terreno y velocidad en todo el mundo durante las últimas décadas. En el siglo XX, cuando el cultivo de plantas y la producción de semillas pasaron a conformar actividades separadas de la agricultura, las variedades campesinas fueron poco a poco reemplazadas por las variedades industriales. En Europa y América del Norte, este proceso tuvo lugar a lo largo de varias décadas y fue impulsado por nuevas tecnologías como el desarrollo de los híbridos. En Asia, África y América Latina, comenzó después de los años 60, cuando los llamados programas de desarrollo impulsaron los cultivos «de alto rendimiento» y el uso de insumos químicos (la denominada Revolución verde). En los últimos veinte años estamos siendo testigos de una situación nueva, en la que se está desatando una agresiva ola de leyes sobre semillas, a menudo en nombre del «libre comercio», con el fin de paralizar casi todas las actividades que llevan a cabo las/os agricultoras/es con sus semillas.



Las/os agricultoras/es que producen e intercambian sus propias semillas dentro de su propia comunidad o con las comunidades vecinas no necesitan leyes que gobiernen su producción o intercambio. Los derechos colectivos para utilizar las semillas comunitarias suelen ser orales y están establecidos y se respetan lo suficiente dentro de cada comunidad como para regular su uso. Sin embargo, una vez que las semillas son comercializadas a gran escala por las empresas que las producen con métodos y en lugares desconocidos, a menudo traspasando las fronteras nacionales, las leyes pasan a ser necesarias para combatir el fraude, la falsificación, las semillas de mala calidad que no germinan o que transmiten enfermedades y los transgénicos. También resultan necesarias para proteger las semillas locales y los sistemas sociales y culturales que garantizan la supervivencia de los sistemas de producción alimentaria escogidos por las poblaciones. Estas leyes, que están destinadas a la «prevención del fraude comercial» y la protección de la soberanía alimentaria, representan una conquista del campo. Desgraciadamente, una vez que la presión de las movilizaciones populares y agrícolas se debilita, la mayoría de estas leyes son reescritas por la industria con el fin de fomentar sus propias semillas «mejoradas» y para prohibir las semillas campesinas. La expresión «Leyes sobre semillas» a menudo remite a las normativas sobre propriedad intelectual tales como las leyes sobre patentes o la legislación sobre la protección de las obtenciones vegetales, incluidas las que regulan el comercio y la inversión, las normativas relacionadas con la salubridad de las plantas, la certificación de las denominadas «buenas prácticas agrícolas» relacionadas con la comercialización, o las también denominadas normativas sobre bioseguridad (véase el cuadro 3). En su conjunto, estas leyes a menudo conllevan que las semillas campesinas sean decretadas como ilegales, catalogadas como inadecuadas y tratadas como una fuente de riesgo a eliminar.
Estas nuevas leyes sobre semillas reflejan el creciente poder de la industria alimentaria y agrícola. Hasta la década de los años 70, se desarrollaron y distribuyeron nuevos tipos de variedades de cultivo por parte de las empresas estatales, los pequeños establecimientos de semillas y los organismos públicos de investigación. Desde entonces, hemos sido testigos de un proceso masivo en el que las grandes empresas han tomado las pequeñas y en el que los programas públicos han dejado paso al sector privado. En estos momentos, solo 10 empresas representan el 55% del mercado mundial de semillas. Y el poder de los lobbies de estos gigantes (como Monsanto, Dow o Syngenta) es muy grande. El resultado es que han logrado imponer medidas restrictivas que les facilitan un control monopólico.
Los acuerdos de comercio e inversión son el arma elegida para imponer las leyes de semillas allí donde no existen o para crear nuevas legislaciones que sean más favorables a las empresas multinacionales. El objetivo final está claro: evitar que las/os agricultoras/es preserven las semillas y en su lugar compren en el mercado las semillas de las empresas. En este proceso, se logra que los gobiernos abandonen el cultivo de plantas y la producción de semillas. En África, las semillas campesinas representan entre el 80% y el 90% de cada plantación estacional. En Asia y en Latinoamérica, representan entre el 70% y el 80%. Por lo tanto, desde el punto de vista del Director de un agronegocio, aún hay un gran mercado por crear y conquistar. Incluso en Europa, donde las semillas industriales ya dominan la agricultura, las empresas continúan presionando para que se apliquen de manera más estricta las normativas existentes y así eliminar los focos de resistencia y restringir la capacidad de las/os agricultoras/es para reutilizar las semillas. Mientras que resulta cierto que no todas las leyes se aplican, cuando sí lo son, el resultado ha sido muy represivo: se han confiscado y destruido semillas campesinas; hay agricultoras/es que han sido vigiladas/os y algunas/os de ellas/os se enfrentan a acusaciones de delitos criminales y penas de prisión por el mero hecho por continuar trabajando dentro de sus sistemas campesinos y utilizar sus propias semillas.
Al mismo tiempo, vemos que en casi todos los lugares se está respondiendo al poder de la industria.

Estas respuestas se expresan de muchas formas diferentes e incluyen organizarse y crear movilizaciones masivas, hacer frente a la publicidad falsa que afirma que estas leyes sobre semillas son necesarias o que responden a los intereses de la población, la intervención mediática, la educación en los centros de enseñanza y en los lugares de culto, el teatro callejero, la desobediencia civil para desafiar las leyes injustas y lo más importante, el trabajo diario de continuar desarrollando sistemas de agricultura campesina y de pequeña escala. Estos sistemas incluyen no solo las semillas y plantas nativas o locales sino también la tierra, los territorios de las culturas y modos de vida de las poblaciones rurales. La experiencia demuestra que cuando este poder de oposición que defiende las semillas campesinas es fuerte, otras formas de protesta ya sea en los tribunales o en los parlamentos pueden suspender o cuestionar las leyes negativas. Dado el poder y los intereses que están en juego, la lucha contra las leyes sobre semillas no logra el éxito en una sola batalla. Por el contrario, se trata de una pelea continua para defender la agricultura campesina y la soberanía alimentaria en su conjunto.

martes, 5 de mayo de 2015

Conservación de la semilla



Introducción


Habitualmente los huertos en balcones y terrazas son pequeños. Suelen estar formados por varias jardineras o una o pocas mesas de cultivo. Por lo tanto, la cantidad de plantas es reducida y la cantidad de semilla que se necesita para hacer las siembras cada temporada es muy poca.
Por ejemplo, un sobre de semilla biológica de lechuga contiene alrededor de 0,5 gramos de semilla. Esto significa unas 300 a 400 semillas. Aunque a menudo se utilizan de 2 a 3 semillas para asegurar la nascencia de cada planta que sembramos, la cantidad de plantas que se puede obtener con un sobre es muy elevada si lo comparamos con las necesidades de un pequeño agricultor urbano.
Independientemente de si hemos comprado la semilla o la hemos obtenido de las plantas de nuestro huerto, siempre existe la necesidad de conservar una parte de la semilla para próximas temporadas de siembra.




Qué es la semilla
En el lenguaje vulgar y a veces también en el lenguaje comercial, la semilla es "cualquier cosa" que sirve para reproducir una planta. Por ejemplo, los tubérculos de la patata o los dientes de ajo a menudo se nombran como semillas, pero si hablamos con propiedad, no son semillas.
Desde un punto de vista más estricto y botánico, las semillas son el resultado de la fecundación del ovario de una flor femenina por el polen de otra flor o de la misma flor. Las semillas son estructuras vegetales secas ya que tienen un contenido de humedad que suele ser menor del 10%. Estan formadas por un embrión, que son las células que daran lugar a la futura planta, y por otros tejidos que tienen la función de proteger o alimentar el embrión en el momento de la germinación.
Se dice que la semilla es un ser vivo ya que, mientras es viable, respira y mantiene la capacidad de germinar. La germinación de la semilla dará lugar cuando haya humedad en el suelo. En algunas especies para inducir la germinación también es necesario una época más o menos larga de frío o que la cubierta de la semilla se degrade para permitir su hidratación. No es este el caso de las hortalizas, ya que solo con humedad y una temperatura adecuada según cada espécie, es suficiente para provocar la germinación.



La viabilidad
La viabilidad de la semilla es la capacidad que tiene de germinar y dar lugar a una nueva planta. Las semillas pueden mantenerse viables un número muy variable de años, des de uno hasta 10 o más años. Un lote de semillas no pierde su viabilidad de forma repentina. La proporción de semillas capaces de germinar disminuye progresivamente a lo largo de los años.
Esta disminución de la viabilidad depende mucho de las condiciones de almacenaje y, por lo tanto, es dificil decir el número de años que se puede conservar la semilla de una especie determinada. A pesar de esto, en la siguiente tabla damos una orientación del tiempo medio de conservación de diferentes especies:
Especie
Años
Acelga
4
Apio
5
Berengena
5
Calabaza
5
Cebolla
1
Coles
4
Espinaca
4
Guisante
3
Judia
3
Haba
4
Lechuga
3
Maíz
2
Melón
5
Nabo
4
Pimiento
3
Pepino
5
Rábano
4
Zanahoria
3
Tomate
3




La conservación
La semilla no puede conservar su capacidad de germinación de forma indefinida. El mantenimiento de la viabilidad de la semilla depende mucho de las condiciones de almacenaje. Las semillas hortícolas deben conservarse secas, en un lugar fresco y protegido de la luz. Debemos seguir los siguientes consejos:
    • La semilla se debe conservar con el mínimo de humedad posible, si se nos ha humedecido debemos dejarla secar en una bandeja. Después se guarda en un recipiente hermético para evitar que se vuelva a humedecer. Par disminuir la humedad se puede añadir gel de sílice dentro del recipiente de conservación.
    • El lugar de conservación debe ser fresco, la nevera es un espacio óptimo para la mayoría de semillas siempre que el recipiente o la bolsa esté herméticamente cerrada, en caso contrario se puede malograr.
    • En el recipiente o bolsa escribiremos la fecha, la especie y el origen de la semilla.
    •  
Cuando queramos utilizar la semilla después de un periodo largo de conservación podemos hacer una prueba de germinación para asegurarnos de su viabilidad. Se trata de poner algunas semillas en varias capas de papel húmedo, a una temperatura de 20-25º (en el interior de casa) y observar la germinación después de una o dos semanas.

Un pote hermético y bien etiquetado es un lugar ideal para conservar las semillas

lunes, 4 de mayo de 2015

http://www.fao.org/typo3temp/pics/79f925619d.jpg 

La FAO y las semillas

 

La FAO desempeña un papel principal en fortalecer la conservación y el uso sostenible de los recursos fitogenéticos para la alimentación y la agricultura mediante el apoyo a las políticas, la asistencia técnica y la concienciación.
En el sentido más amplio, esto abarca toda la gama de acciones relacionadas con la conservación, diversificación, adaptación, mejora y entrega de semillas a los agricultores a través de los sistemas de semillas.
La FAO, de acuerdo con las actividades prioritarias del Segundo Plan de Acción mundial, ayuda a los países miembros a realizar las siguientes actividades clave:
  • Fortalecer los programas de producción de semillas, incluyendo la multiplicación de semillas de primera generación, teniendo en cuenta las ventajas comparativas de los sectores público y privado de semillas. 
  • Fortalecer las asociaciones nacionales de semillas y apoyar la aparición de empresas locales privadas de semillas que participen en su producción y distribución a través de un mejor acceso a nuevas variedades, actividades de creación de capacidad y planes de crédito adecuados.
  • Fortalecer la capacidad de los agricultores en la multiplicación de semillas con el fin de mejorar la calidad de las semillas producidas en el sector informal, en particular en la transición de la emergencia a las actividades de desarrollo y donde no existe un sector privado.
  • Promover actividades que aporten valor añadido en el ámbito local como forma de diversificar los ingresos de los agricultores y estimular la demanda de semillas.
  • Fortalecer los programas de sistemas de semillas comunitarios para mejorar los conocimientos y habilidades de los agricultores relacionados con las variedades y semillas.
Sistemas de semillas
En muchos países en desarrollo los agricultores aún no se benefician de las ventajas del uso de semillas de calidad debido a una combinación de factores que incluyen la producción ineficiente de semillas, los sistemas de distribución y de garantía de calidad, así como la falta de políticas correctas de semillas y otros instrumentos normativos.
Para hacer frente a estas limitaciones, la FAO trabaja en una serie de áreas destinadas a mejorar las semillas en los países en desarrollo y fomentar los vínculos entre los sistemas de mejoramiento y los de semillas.
Producción y entrega de semillas
Por lo general hay muchos grupos diferentes de actores involucrados en la producción, distribución y comercialización de semillas en todo el mundo, incluidos los agricultores, productores de semillas, pequeñas empresas, grandes empresas, institutos de investigación agrícola, distribuidores de insumos agrícolas, la sociedad civil y los mercados locales.
La FAO promueve la aplicación de un enfoque integrado para mejorar el acceso de los agricultores a semillas de calidad, que abarca los sectores de semillas informales y formales (públicos y privados) en el desarrollo de cadenas nacionales de suministro de semillas.
Seguridad en materia de semillas
Las operaciones de emergencia de la FAO se centran en cuestiones de seguridad en materia de semillas para mejorar el acceso de los agricultores a semillas de buena calidad de variedades adecuadas a través de la distribución de semillas, cupones y/o ferias de semillas que puedan ser necesarias.
Esto permite a los agricultores reanudar la producción agrícola después de las emergencias, minimizando así su dependencia de la ayuda alimentaria.

martes, 21 de abril de 2015

9 Razones para cultivar un huerto orgánico:

 9 Razones para cultivar un huerto orgánico:
  1. Rejuvenece el espíritu: con el sol en la espalda y la tierra entre los dedos, cultivar puede ayudar a conectar con la naturaleza, su ritmo, sonido y señales, como pocas pueden hacerlo
  2. Tiente su paladar: Entre los muchos estudios que han comparado el sabor de los productos orgánicos con los de cultivo convencional, los orgánicos son claros vencedores. Un reciente estudio realizado en Washington, las fresas fueron mucho mas dulces. En tierras equilibradas se producen plantas mas robustas, fuertes y sabrosas.
  3. Nutre su cuerpo: El mismo estudio mostró que las fresas orgánicas tienen mas antioxidantes, compuestos fenólicos y vitamina C que las no orgánicos .
  4. Construirá una comunidad saludable: Compartir con los vecinos y amigos los excedentes de verduras frescas cultivadas, es una forma de especial de corresponder  a su comunidad y fortalecer conexiones.
  5. Protegerá nuestrros ríos: Desde que los huertos orgánicos no utilizan pesticidas, herbicidas o fertilizantes químicos, ninguno de estos químicos circulan ni van a parar a los suministros de agua y estuarios.
  6. Una manera de hacer ejercicio: Como cualquier otra a actividad física, cultivar puede ayudar a evitar enfermedades cardiovasculares, obesidad, diabetes o hipertensión arterial. Desde plantar las semillas a arrancar las malas hierbas, usted está quemando calorías, y ni siquiera se dará cuenta.
  7. Ahorrar dinero: Consumiendo los productos orgánicos que usted mismo está cultivando le permite ahorrar. Y no tendrá que hacer tantos viajes en coche para ir a comprar, lo que se traduce en menso gasto en gasolina  y menos explotación de carbón.
  8. Evitar los químicos: Muchos pesticidas aprobados por la EPA (Agencia de Protección Ambiental) se registraron mucho antes de que la investigación  mostrara un posible vínculo entre estos productos y químicos y enfermedades como el cáncer. Las frutas y verduras cultivadas orgáncamente carecen absolutamente de productos químicos potencialmente tóxicos, porque no son tratadas con pesticidas, hormonas de crecimiento, fertilizantes o aditivos artificiales como aromatizantes, colorantes o conservantes.
  9. Crea diversidad: La ausencia de productos químicos permite que los pequeños animales, aves e insectos beneficiosos no se vean perjudicados por el uso de químicos, y el ecosistema de su huerto pueda prosperar.