En las experiencias llevadas a cabo en diferentes comunidades del estado Aragua, el 85% de las participantes son mujeres entre 45 y 75 años. Esto le confiere a la actividad un rostro eminentemente femenino, con lo cual se desnudan algunas realidades propias del sistema en el que vivimos.
Son las mujeres las que más comúnmente están en la casa, ocupándose de las labores de reproducción, cuidado y producción (en muchos casos artesanal o casera) familiar. Esto es una característica propia del sistema capitalista-patriarcal, pues confina a la mujer a los espacios de lo privado, especialmente a aquellas que han superado la barrera de los 40 años y que difícilmente acceden a oportunidades de empleo debido a su edad, condiciones físicas o patrones de “buena presencia” excluyentes.
La labor agrícola, en los patios productivos, es llevada entonces por mujeres. Son sus manos y su esfuerzo creador, el que impulsa, colectiviza, promueve y concreta la posibilidad cierta de producir alimentos que vayan de su sudor a la mesa. Con conciencia real de que es parte de una emancipación económica, de salud y espiritual.
En los patios productivos las mujeres encuentran una labor que les es afín: se encuentran con otra madre- la tierra – la pacha mama. Y en ese diálogo femenino, entre vientres que paren vida y la aseguran para el futuro, surgen los productos que redundarán en economía familiar, independencia de los mercados, mejoría en la salud propia y de sus hijos, hijas y parejas, crecimiento espiritual y cognitivo al aprender de los saberes de otros y otras, etc.
El esfuerzo, sin embargo, debe mantenerse y ampliarse. Los espacios de producción agrícola urbana siguen siendo pocos, muchas veces aislados, poco reconocidos en las propias comunidades que son víctimas de la visión capitalista del trabajo manual, especialmente el agrícola, como un estigma. Es importante sembrar en la conciencia colectiva la importancia estratégica de producir nuestros propios alimentos sanamente. Este momento histórico, en el que la guerra económica del empresariado apátrida nos golpea, es propicio para darle cabida a estas iniciativas.
El reto mayor es Lograr que las comunidades internalicemos que la independencia y la soberanía sólo son posibles si somos capaces de autoabastecernos, de producir los alimentos que son originarios de nuestra tierra y darles un uso apropiado, de reivindicar y revalorizar nuestros saberes y haceres ancestrales como forma de lucha y resistencia.
La agricultura urbana, impulsada desde las mujeres y socializada-ejercida por todas y todos, puede significar un salto cualitativo en nuestro estilo y calidad de vida, además de cimentar la posibilidad de trascender las fronteras de la transición para encontrarnos con las bases reales del socialismo bolivariano.
Ninfa Monasterios Guevara.
Coordinadora INAMUJER Aragua.
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